AROMA DE TU ESENCIA
Estamos envueltos en sutil encanto
embriagados de amor.
Mi boca se satisface de tu piel
y cruzamos la madrugada
abnegados en caricias.
El pájaro gris tristeza
alza su vuelo,
abandona el cuarto,
aletea su pesar hacia otras latitudes.
No hay espacio para sombras,
reminiscencias.
Todo es luz, tu cuerpo de soles
ilumina realidades.
Palabras y susurros surcan los sueños
unidos por las mismas sensaciones.
La alegría entra por la ventana abierta
y llena el aire de armonía.
Se puede palpar la felicidad
recorriendo las cimas y hondonadas
de la sábana.
Miro tus ojos irradiados de amor
en donde me reflejo
desnuda, recién nacida al amor
y me siento como una hoja impulsada
por la brisa de tus besos.
Me dejo llevar hasta el confín
mientras el viento sopla a través de mí
el aroma de tu esencia.
Add comment enero 25, 2010 amorario44
ALUCINADA
¿Quién me puede aconsejar si voy errante
siguiendo el sabor de tu piel, de tu voz,
de tus besos?
¿Cómo puedes alejarte, así de pronto
entre el reflejo de noche y el deambular de mis días perdidos?
Sigo el curso de tus pasos desaparecidos en la maraña
de la incertidumbre.
Voy sin tregua acechando tu aroma
enredado en las horas sin tiempo, sumido en el cristal de la oscuridad.
Busco entre eclipses de soles, estrellas caídas,
la forma de continuar este capítulo,
páginas en blanco que necesitan tu roce.
¿Cómo puedo darte alcance en la selva caótica del entendimiento?
Mis pensamientos circunnavegan el perímetro
de la locura y ya no tengo paz, debo alcanzarte.
¿Quién puede desasirme del abrazo atrapado en mi pecho,
de tus labios que encendieron los míos
con una flama insaciable?
La flecha que envenenó de amor las ruinas de mi piel,
y alucinó el vacío de mi existencia.
¿Quién?
Dicen que es sólo imaginación,
que vivo un espejismo.
Tan absurda esta manera de amar a un desconocido,
creación delirante de un deseo,
torbellino de un mar en agonía.
Pero no, yo sé que estuve anidada en tu pecho,
sentí el palpitar de tu sangre,
mi sombra se mezcló con la tuya
y fuimos dueños de la luna menguante.
Deja que las horas descansen sin congoja,
y regresa los pasos, bríndame tu fulgor,
escribe en mi cuaderno tu crepuscular mensaje.
Hazte luz, que todos te vean
y aleja el laberinto hipotético de la soledad
que me asedia sin tu presencia.
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